jueves, 21 de octubre de 2010

Torre De Hércules, Patrimonio De La Humanidad



La Torre de Hércules fue construida como faro por los romanos, posiblemente hacia finales del siglo I y comienzos del II. De su primitivo aspecto hoy conservamos su interior revestido por un recubrimiento arquitectónico realizado a finales del siglo XVIII. A su pie, también se conserva una inscripción latina grabada sobre roca, hoy protegida por una pequeña edificación, en la que se recoge el nombre del posible arquitecto romano autor de la torre.
Aún quedan muchas incógnitas sobre el origen y el aspecto primitivo de la Torre de Hércules, pero los datos hasta ahora suministrados y contrastados por la investigación científica (excavaciones arqueológicas, estudio de los paramentos arquitectónicos y de los métodos constructivos, documentación conservada) permiten asegurar que fueron los romanos los constructores del primitivo faro.

Imagen de gente caminando hacia la torre de Hércules

Después de la conquista por Roma del Occidente europeo (Hispania, Galia y Britania), la bahía coruñesa adquiere una gran importancia en las rutas marítimas romanas que ponen en comunicación el Mediterráneo y las zonas costeras noratlánticas. Situada en una costa peligrosa, se convirtió en una magnífica dársena para los barcos que emprendían la ruta hacia Britania o venían de atravesar los peligros del cabo Finisterre. Los romanos crearon un importante enclave portuario, al que le pusieron el nombre de Brigantium, y para servir de apoyo a la navegación de las naves comerciales y militares construyeron un gran faro que hoy llamamos Torre de Hércules.
Por la inscripción conservada al pie de la Torre, sabemos que su constructor fue Gaio Sevio Lupo, arquitecto de la ciudad de Aeminium (la actual ciudad de Coimbra en Portugal). Con los datos actuales disponibles y sin tener certeza absoluta, se atribuye su construcción a la época del emperador romano Trajano que gobernó entre los años 98 y 117 d.C.


No conocemos con certeza como era su aspecto exterior. Pero tras las excavaciones arqueológicas realizadas en la base de la Torre, sabemos que contaba con un muro perimetral exterior y con una rampa o escalera de piedra que daba acceso a la plataforma superior. Tampoco conocemos con exactitud cómo sería el coronamiento romano de la Torre, pero por los datos conservados tendría una planta circular acabada en forma de cúpula con un hueco en el centro para salida de la luz y del humo que serviría de guía a los barcos.
El núcleo interior, hoy conservado, tiene, en planta, una base cuadrada, con cuatro huecos interiores que se comunicaban dos a dos; en altura, se articulaba en tres pisos sucesivos, y los huecos estaban abiertos con bóvedas de cañón. Posiblemente estos espacios pudiesen servir, entre otras funciones, para guardar el material combustible que ardería en la parte superior y también para resguardo del personal de servicio en la Torre.

El Faro Romano

Ilustración de la Torre de Hércules del libro de Joseph Cornide

La Torre de Hércules fue construida como faro por los romanos, posiblemente hacia finales del siglo I y comienzos del II. De su primitivo aspecto hoy conservamos su interior revestido por un recubrimiento arquitectónico realizado a finales del siglo XVIII. A su pie, también se conserva una inscripción latina grabada sobre roca, hoy protegida por una pequeña edificación, en la que se recoge el nombre del posible arquitecto romano autor de la torre.
Aún quedan muchas incógnitas sobre el origen y el aspecto primitivo de la Torre de Hércules, pero los datos hasta ahora suministrados y contrastados por la investigación científica (excavaciones arqueológicas, estudio de los paramentos arquitectónicos y de los métodos constructivos, documentación conservada) permiten asegurar que fueron los romanos los constructores del primitivo faro.
Después de la conquista por Roma del Occidente europeo (Hispania, Galia y Britania), la bahía coruñesa adquiere una gran importancia en las rutas marítimas romanas que ponen en comunicación el Mediterráneo y las zonas costeras noratlánticas. Situada en una costa peligrosa, se convirtió en una magnífica dársena para los barcos que emprendían la ruta hacia Britania o venían de atravesar los peligros del cabo Finisterre. Los romanos crearon un importante enclave portuario, al que le pusieron el nombre de Brigantium, y para servir de apoyo a la navegación de las naves comerciales y militares construyeron un gran faro que hoy llamamos Torre de Hércules.
Por la inscripción conservada al pie de la Torre, sabemos que su constructor fue Gaio Sevio Lupo, arquitecto de la ciudad de Aeminium (la actual ciudad de Coimbra en Portugal). Con los datos actuales disponibles y sin tener certeza absoluta, se atribuye su construcción a la época del emperador romano Trajano que gobernó entre los años 98 y 117 d.C.
No conocemos con certeza como era su aspecto exterior. Pero tras las excavaciones arqueológicas realizadas en la base de la Torre, sabemos que contaba con un muro perimetral exterior y con una rampa o escalera de piedra que daba acceso a la plataforma superior. Tampoco conocemos con exactitud cómo sería el coronamiento romano de la Torre, pero por los datos conservados tendría una planta circular acabada en forma de cúpula con un hueco en el centro para salida de la luz y del humo que serviría de guía a los barcos.
El núcleo interior, hoy conservado, tiene, en planta, una base cuadrada, con cuatro huecos interiores que se comunicaban dos a dos; en altura, se articulaba en tres pisos sucesivos, y los huecos estaban abiertos con bóvedas de cañón. Posiblemente estos espacios pudiesen servir, entre otras funciones, para guardar el material combustible que ardería en la parte superior y también para resguardo del personal de servicio en la Torre

La torre medieval


Después de la desaparición del imperio romano, la Torre de Hércules sufre, desde el siglo V, un progresivo deterioro que provocará la desaparición de su muro perimetral exterior y de la rampa de acceso. En esta época la Torre dejará de funcionar como faro, en algunos períodos se convertirá en castillo defensivo y a partir del siglo XIII en cantera que suministra materiales para la construcción del nuevo núcleo urbano llamado Crunia.
En el siglo V, las invasiones de los bárbaros provocaron la desaparición de la parte occidental del Imperio romano. La llegada de los suevos y vándalos, las incursiones de los hérulos y el colapso del poder romano trajeron consigo que la Torre de Hércules perdiese su función de faro, ahora inútil después de la reducción del tráfico marítimo y el aumento de los peligros procedentes del mar. Con el abandono de la Torre, se iniciaría su progresivo deterioro y caída de los perpiaños de su muro. Aún así, cabe la posibilidad de que, una vez asentados los reinos bárbaros en Occidente, la Torre tuviese algún papel como referencia en las relaciones marítimas que se establecieron en los siglos VI y VII entre el reino suevo de Gallaecia y el reino de los francos.

La recuperación de la torre como faro



Si en la Edad Media la Torre de Hércules sirvió como fortaleza y cantera, a partir del siglo XVI se inicia lentamente el proceso de su conservación y de la recuperación de su función de faro. En el siglo XVII sufre una importante reforma en el interior con la construcción de una nueva escalera de acceso y la instalación de dos farolas.
En el siglo XVI la Torre, conocida como Castillo Viejo o Torre del faro, sigue siendo, por su posición adelantada hacia el océano, una atalaya de aviso frente a las posibles amenazas y ataques procedentes del mar. Este puesto de vigilancia estaba bajo la responsabilidad del Ayuntamiento de la ciudad, quien pagaba a las personas que de día y de noche ejercían esa función. Por las excavaciones realizadas y la documentación conservada parece ser que ahora la Torre estaba rodeada de un pequeño foso y parapeto defensivo complementado con barreras de espino. La vigilancia en la Torre era ejercida por marineros o jubilados de la marina; de ellos se encontraron en las excavaciones restos de pipas de cerámica blanca y de placas de hueso con los agujeros redondos hechos para obtener botones, testimonios de sus actividades cotidianas al pie de la Torre.
También en esta época el Ayuntamiento coruñés inicia la protección de la Torre, y prohíbe en 1553 la extracción de perpiaños y piedras y ordena reparar las faltas que amenacen su estructura y las escaleras de madera que daban acceso a la base de la Torre.
Será a finales del siglo XVII cuando la Torre de Hércules recupere de nuevo su función de faro. En 1684, el Gobernador y Capitán General del Reino de Galicia, el Duque de Uceda, ordenó la construcción de una escalera interior de madera que permitiese el acceso a la parte superior de la Torre. Para hacerlo, perforaron las bóvedas de cañón romanas que separaban los tres pisos de la Torre. En la cara norte de la parte superior se realizó un pequeño balcón para facilitar la vigilancia.
Aprovechando el nuevo acceso, los cónsules de Inglaterra, Holanda y Flandes propusieron la construcción, a su cargo, en lo alto de la Torre de dos pequeñas torretas de piedra, cada una con su farola dotada con tres lámparas de aceite que serían encendidas todas las noches para ayudar a la navegación. Autorizada la obra por el Duque de Uceda y realizada por el arquitecto coruñés Amaro Antúnez, la Torre recuperó su primitiva función de faro. Para costear su construcción y el sostenimiento de las dos farolas se creó una nueva tasa que deberían pagar todos los barcos que aportasen a los puertos gallegos.
Pronto se mostró que las farolas de la Torre eran insuficientes. En el siglo XVIII hubo repetidos intentos de mejorar y reparar la Torre, pero no se llevaron a cabo. Progresivamente las condiciones empeoraron: primero dejó de funcionar una de las farolas y después, en 1769, un relámpago destruyó la que quedaba. De forma transitoria y para sustituir la estropeada, se colocaron tres farolas portátiles, imposibles de encender en épocas de mal tiempo. El constante deterioro de la Torre y la posibilidad de derrumbamiento obligaba a hacer importantes reparaciones, pero la falta de recursos impedía realizarlas.

La restauración de la Torre


En 1788 comenzaron las obras de la restauración definitiva de la Torre de Hércules. Terminadas en 1790, dieron a la Torre, excepto pequeñas transformaciones posteriores, su aspecto actual. Posteriormente se realizaron diversas obras de acondicionamiento del contorno.
En 1788, por iniciativa del Real Consulado de A Coruña y autorizadas por el rey Carlos III, comenzaron las obras de la restauración de la Torre de Hércules. Estas obras, realizadas por el ingeniero militar Eustaquio Giannini, afectaron principalmente al exterior y a la parte superior de la Torre. En el exterior se revistió el núcleo primitivo romano con un envoltorio de piedra de estética clasicista. Esta nueva fachada tiene una sobria decoración y una duplicidad simétrica y regular de los vanos que en su mayor parte son falsos y que sólo en algunos casos se corresponden con las antiguas entradas romanas a las estancias interiores (a veces tapiadas en parte para mantener la regularidad en la fachada). La banda diagonal, que recorre los muros en espiral hasta la cumbre, recuerda la antigua rampa romana de acceso.
En la parte superior, se llevó a cabo la demolición de los restos de la rotonda romana y de los añadidos hechos en el siglo XVII (torretas y balcón) que son sustituidos por un nuevo final compuesto de dos cuerpos octogonales superpuestos; el superior contenía inicialmente el fanal o fogarón que alimentado por carbón serviría de luminaria. En el interior, la vieja escalera de madera fue sustituida por una nueva de piedra con pasamanos de madera. La restauración finalizó en 1790.
Poco después se acometieron diversos trabajos de acondicionamiento del contorno. Se proyectaron la construcción del camino de acceso y una plataforma rodeando la base de la Torre que no se finalizaría hasta 1861. Además se construye una caseta de piedra para servir de protección de la roca donde estaba la inscripción romana.
Entre 1799 y 1806, se realizaron nuevas obras provocadas por la sustitución de la farola de carbón por un nuevo fanal giratorio de reverberos parabólicos alimentado con aceite. Esta instalación obligó a Giannini a introducir modificaciones en la cumbre de la Torre. La cubierta del cuerpo superior fue demolida y se colocó una linterna de cristal que aún se conserva hoy. También se realizó la construcción de un peculiar pináculo pétreo que alberga la escalera de acceso a la linterna y se instaló un pararrayos.
En el siglo XIX y hasta finales del XX, las reformas fueron mínimas y apenas afectaron al interior de la Torre, tuvieron mayor importancia las que se acometieron en su contorno. En 1849, el interior de la Torre fue acondicionado para instalar las clases de la primera Escuela de Torreros de Faros de España, que se mantuvieron hasta 1854. Desde 1858 y hasta 1906 las paredes interiores de la Torre estuvieron revestidas con papel estampado. En 1909 la barandilla de madera de la escalera interior fue sustituida por otra de piedra. En 1927 se realizó la electrificación del faro. Y en 1861 y 1956 se construyeron diversos edificios destinados al alojamiento de los fareros, situados al pie de la plataforma de la base de la Torre.

Sorbete cremoso de limón y Cava Brut Nature


Un clásico de nuestra carta de postres, conseguimos un sorbete con cava bastante cremoso

Caldeirada de merluza y San Martiño


Caldeirada para 2 personas, una generosa rodaja de merluza con San Martiño.
Las caldeiradas las hacemos al estilo de Santa Uxia de Ribeira, pués así la elaboran unas señoras, cuyos maridos son expertos marineros, que conozco por mediación de mi suegra en esta hermosa ciudad centenaria. Aplico la misma receta que me enseñaron estas maravillosas personas, donde todo es generosidad y humildad, de lo poco que queda.